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Perspectivas de PIMCO

Las guerras comerciales y el dólar estadounidense

Los rápidos cambios en la política de EE. UU. representan un reto para los inversores acostumbrados a un sistema financiero mundial anclado en los mercados y los activos estadounidenses.

A medida que se transforma la política comercial de Estados Unidos, los inversores se enfrentan a las implicaciones que ello supondrá para la moneda de reserva más importante del mundo.

Los aranceles anunciados por Estados Unidos con el objetivo de revitalizar la industria nacional a largo plazo podrían debilitar primero la economía estadounidense y reavivar la inflación, lo que ensombrecería las perspectivas de inversión en el país. Conforme aumentan las barreras comerciales, algunos socios tradicionales están replanteándose sus vínculos económicos con Estados Unidos, además de sopesar alianzas alternativas.

Con sus giros a una política proteccionista, el país está dando a los inversores de todo el mundo la oportunidad de reflexionar sobre los supuestos arraigados que rodean al panorama inversor estadounidense. Cabe observar la reciente evolución paralela del dólar estadounidense, la renta variable estadounidense y los bonos del Tesoro de EE. UU., una combinación que suele asociarse más con las economías de mercados emergentes (ME).

Estados Unidos ha disfrutado durante mucho tiempo de una posición privilegiada, ya que el dólar es la moneda de reserva mundial y los bonos del Tesoro, el activo de reserva por excelencia. No obstante, esta condición no está ni mucho menos garantizada. Una disminución de los flujos de capitales mundiales hacia los activos estadounidenses podría apuntar hacia un mundo más multipolar con una menor dependencia de una única moneda de reserva.

Cambio de paradigma

Durante décadas, Estados Unidos ha funcionado según un modelo de consumo en el que importa más de lo que exporta. La dinámica de los consumidores estadounidenses, que sacian su apetito con un suministro interminable de productos extranjeros baratos, y el déficit por cuenta corriente resultante crean un superávit en la balanza de capitales del país.

Los países de la era que siguió a la Guerra Fría, que incluían las alianzas respaldadas por las garantías de seguridad de la OTAN, han podido priorizar al ahorro y la inversión frente al gasto en seguridad nacional, a menudo canalizando dólares hacia activos financieros estadounidenses. Estas entradas de capital internacional han reforzado el estatus del dólar como moneda de reserva, una piedra angular del excepcionalismo económico del país.

Los aranceles han alterado este equilibrio, por lo que la financiación del doble déficit fiscal y por cuenta corriente de Estados Unidos puede resultar más difícil, a menos que se adopten medidas de apoyo fiscal, ya que los países buscan ahora una mayor autosuficiencia tanto económica como militar. El fin de las correlaciones mundiales vigentes durante mucho tiempo podría ser dolorosa para un inversor mundial, que podría terminar por preguntarse qué volumen de activos estadounidenses debe mantener.

Deterioro de la seguridad política

Estados Unidos se adentra en este periodo con unos niveles de deuda soberana históricamente elevados y una inflación que supera el objetivo del 2% fijado por la Reserva Federal. Si las empresas estadounidenses se ven obligadas a fabricar productos en el país y retirar sus cadenas de suministro de China, los costes de producción aumentarán, lo que provocará una disminución de la productividad y un incremento de los precios.

La Fed tendrá que trazar una trayectoria de tipos de interés que equilibre las expectativas de repunte de la inflación con unas previsiones de crecimiento cada vez más sombrías para Estados Unidos. Por el contrario, la apreciación de las monedas en otras regiones podría calmar las inquietudes inflacionistas, lo que permitiría al Banco de Japón y al Banco Central Europeo adoptar una postura más acomodaticia.

Los inversores han llegado a esperar una intervención contundente del Gobierno durante las recesiones económicas y las caídas del mercado. Hoy en día, las medidas de apoyo fiscal no parecen tan probables en EE. UU., no por decisión propia, sino debido a su capacidad limitada para contraer más deuda. Esta época de tensas relaciones geopolíticas podría suponer una coordinación política mundial mucho menor que durante crisis anteriores.

Implicaciones para la inversión

Los mercados estadounidenses parecen estar reproduciendo la dinámica del Reino Unido y los ME, caracterizada por curvas de tipos más pronunciadas, una moneda más débil y una prima de riesgo estructural, es decir, una mayor compensación por mantener activos de un país. Una crisis autoinflingida por el lado de la oferta, similar al brexit, ha desembocado en unas perspectivas de estanflación. Las conclusiones extraídas de la experiencia del Reino Unido sugieren que la economía estadounidense podría necesitar reequilibrarse hacia un crecimiento estructuralmente más reducido y una inflación más elevada ante la falta de capacidad fiscal.

Tras haberse beneficiado durante mucho tiempo y de muchas maneras del ecosistema existente, Estados Unidos podría enfrentarse a diversos obstáculos a medida que evoluciona el orden mundial. En cuanto a los inversores, la remuneración del capital podría pronto tener prioridad sobre la rentabilidad de los fondos propios, lo que provocaría un cambio hacia la diversificación y un mayor sesgo hacia el país de origen.

Partiendo de esta perspectiva, presentamos algunas estrategias de inversión:

  • Infraponderar el dólar estadounidense: Estados Unidos cuenta con la mayor posición de inversión internacional neta (NIIP, por sus siglas en inglés) negativa, financiada por capital mundial. Cuando se restablezca este equilibrio, el dólar podría depreciarse.
  • Sobreponderar la duración mundial (Europa, ME, Japón y Reino Unido): la duración, un indicador de la sensibilidad a los tipos de interés que suele ser mayor en los bonos a más largo plazo, resulta complicado pronosticar en Estados Unidos, aunque las alternativas parecen atractivas (si desea más información, véase nuestra publicación de abril de 2025 de Perspectivas cíclicas, «En busca de estabilidad»).
  • Optar por operaciones que se beneficien del aumento de la pendiente de la curva de rendimiento: el cambio de un enfoque mundial que pone el foco en la eficiencia económica a otro que enfatiza el nacionalismo introduce una mayor prima de riesgo fiscal.
  • Infraponderar el crédito: esperamos una divergencia más significativa entre el crédito de categoría investment grade (IG) y el crédito de alto rendimiento (HY), ya que los balances IG siguen siendo más flexibles y las compañías de seguros continúan respaldando el crédito IG, una tendencia que probablemente no se extenderá al crédito HY.

En un mundo más multipolar, puede que ya no sea necesaria una moneda de reserva única. Sí serían necesarias múltiples opciones para salvaguardar los intereses de seguridad nacional, garantizar la diversificación y obtener rentabilidades estables.

Hasta ahora, se trata de una herida autoinfligida por Estados Unidos. El dólar apenas ha comenzado a experimentar una depreciación estructural. El sentimiento y el comportamiento del mercado podrían revertirse con rapidez si observamos un cambio hacia políticas comerciales estadounidenses menos disruptivas y más predecibles.

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