Renta fija: un bajo rendimiento no representa el panorama completo
Hoy en día, algunos inversionistas tienen la tentación de cuestionar el papel de la renta fija en los portafolios. Después de todo, los rendimientos reales se han desplomado y esto podría reducir tanto los ingresos hoy como las ganancias de capital mañana.
Pero el rendimiento no lo es todo. Pese a su bajo rendimiento, los bonos pueden seguir diversificando el riesgo en portafolios amplios. Un mayor descenso de las tasas de interés podría incrementar las valoraciones. Y algunos segmentos del mercado de renta fija, en particular el de crédito, siguen siendo atractivos en relación con la renta variable, en nuestra opinión.
Creemos que la gestión activa sigue siendo la clave para explotar este potencial, ya que nuestra investigación indica que la gestión activa es más eficaz en el caso de la renta fija que en el de la renta variable. Para profundizar en nuestras opiniones, lea nuestro documento de Investigación, “The Discreet Charm of Fixed Income" (El discreto encanto de la renta fija). Estas son las conclusiones clave:
Los bonos pueden seguir desempeñándose como un potente diversificador en portafolios amplios
Aunque la correlación entre acciones y bonos ha sido débil en las últimas décadas, la rentabilidad de la renta fija ha sido positiva en casi todas las recesiones desde 1952, incluso en períodos de correlación positiva. De hecho, la relación entre estas dos clases de activos depende fundamentalmente del nivel de valoración de mercado, como indicamos el año pasado en “Stocks, Bonds, and Causality” (Acciones, bonos y causalidad), en la publicación Journal of Portfolio Management .
Los factores fundamentales de las tasas de interés siguen siendo favorables en general
¿Cree que las tasas no podrían caer más? Piénselo bien. Las tendencias demográficas y de productividad, el aumento de la desigualdad, el incremento de las tasas de ahorro y la política monetaria acomodaticia apuntan hacia rendimientos más bajos. Si bien la inflación sigue siendo un riesgo a largo plazo, las tasas bajas tienden a propiciar tasas aún más bajas. A medida que caen las tasas, aumentan los incentivos para el apalancamiento; los activos de riesgo suelen repuntar; la economía se vuelve más dependiente de los efectos de la riqueza y los portafolios con mayor apalancamiento se vuelven más sensibles a las subidas de las tasas y a las ventas subsiguientes. Se trata de una dinámica que se ha manifestado en diversas formas, desde en los mercados de renta variable de Estados Unidos hasta el sector inmobiliario de China y el sur de Europa, pasando por el sector de metales industriales de Australia (véase la gráfica). Adicionalmente, dado que los bancos centrales están considerando las divisas digitales, cabe la posibilidad real (aunque no es nuestro escenario principal) de que las tasas de interés se adentren en territorio profundamente negativo.
La renta fija, en especial el crédito, se mantiene a un precio atractivo en relación con los valores de renta variable cercanos a máximos históricos
Sin duda, los rendimientos de los bonos soberanos están cerca de los mínimos históricos en todas las economías del G7. No obstante, considerando una larga serie temporal, las cotizaciones de los bonos del Tesoro parecen fluctuar entre justas y baratas en relación con las de la renta variable. Los márgenes crediticios son más amplios que los promedios históricos en muchos casos. El crédito privado nos parece especialmente atractivo para aquellos inversionistas capaces de soportar el riesgo adicional ya que continúa superando el alto rendimiento público, y esta tendencia probablemente se vea reforzada por la continua regulación bancaria que incentiva la concesión prudente de préstamos. Irónicamente, esto ha dejado a muchos posibles prestatarios sin acceso a las líneas de crédito bancarias tradicionales. Es un vacío que los inversionistas cuidadosos pueden cubrir. Por supuesto, dar el salto de los mercados públicos a los privados aumenta el riesgo de liquidez. Sin embargo, investigaciones de PIMCO[i]y otros sugieren que los inversionistas en general se han visto recompensados con una rentabilidad excedente del 2% al 4% por inmovilizar capital entre cinco y diez años (aunque no hay garantías y podrían salir perdiendo).
La gestión activa es clave
Como comentamos en nuestro artículo "Bonds Are Different" (Los bonos son diferentes), publicado en 2017, la mayoría de los fondos mutuos de bonos activos y los fondos cotizados en bolsa (ETF) en los Estados Unidos superaron la media de sus contrapartes pasivas después de comisiones en dos de las tres categorías principales de Morningstar en los últimos 10 años. [ii], [iii]
Por el contrario, las estrategias de renta variable más activas de las tres categorías no superaron la media de sus contrapartes pasivas.
Entre otras razones, los bancos centrales, las compañías de seguros y otros inversionistas no económicos —cuyo objetivo principal no es la maximización de la rentabilidad— constituyen casi la mitad del mercado global de bonos, que se cifra en US$100 billones. Esto deja el alfa sobre la mesa para los gestores activos que pueden utilizar sesgos estructurales tales como la extensión de la duración, incrementos de la pendiente de la curva de rendimiento y las ventas de volatilidad. Los gestores activos también pueden centrarse en divisas y en valores de mayor rendimiento, por ejemplo, bonos de alto rendimiento, bonos de mercados emergentes e hipotecas no emitidas por agencias.
Para más información sobre los beneficios de los bonos en el entorno actual, lea “The Discreet Charm of Fixed Income” (El discreto encanto de la renta fija).
[i] Baz, Jamil, Steve Sapra, Christian Stracke y Wentao Zhao. "Valorar una oportunidad perdida: Una perspectiva alternativa sobre el descuento por iliquidez". Journal of Portfolio Management, febrero de 2021.
[ii] Basado únicamente en clases de acciones institucionales.
[iii] Para obtener más información sobre las ventajas de la gestión activa de bonos, consulte https://global.pimco.com/en-gbl/bondsaredifferent.